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Miriam, una vida de actriz y el oficio de vender caramelos

Miriam recuerda con mucha alegría cómo las personas la saludan amablemente cuando la ven en su puestito, en especial el “Chiquis”, Julián Cartagena, el director de teatro

Fuente: David Valdez /Tarija Conecta

13/11/2023

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Sentada en su pequeño puesto de caramelos Miriam García, una mujer de 63 años, sonríe; entretanto acomoda sus golosinas y galletas. El restaurante Gattopardo le presta una silla de lunes a jueves para que pueda vender tranquila.


Desde su sitial, la plaza Luis de Fuentes se aprecia en su amplitud y es casi seguro que Miriam no pasa desapercibida, pues todo tarijeño la debió ver alguna vez sentada en su puesto tradicional. Pero algo que no todos saben es que detrás de su oficio se esconde una gran actriz.


Aunque no tenga un sobrenombre, a ella siempre le gustó que le llamen como en la escuela: “Viruca” y muchos la conocen así. Desde su juventud actuó interpretando a varios personajes y aún lo sigue haciendo.


En cuanto a su trabajo cuenta que trata de pasar el mayor tiempo posible en su puesto de caramelos e incluso a veces le ayuda a su amigo “Cuchi”, el canillita que vende justo frente a ella. Él le da una parte de los periódicos y si ella logra venderlos, se queda con un porcentaje de la ganancia.


No es sencillo estar en esa esquina ubicada entre las calles Madrid y Sucre. “Tuve que ir al doctor para hacerme ver mi cara que ya me estaba doliendo mucho por el sol”, dice Viruca.


Cuenta que “gracias a Dios” tiene siempre alguien que le cuide el puesto cuando necesita ir al baño o directamente lo cubre bien cuando se va a almorzar. Para comer dice que el “Club Social Tarija” es uno de sus lugares preferidos. “Me dan el almuerzo bien servido a 12 bolivianos, ya son mis amigos, igual me prestan su baño”, dice feliz de tener siempre alguien quien le brinde una mano.


La actriz y sus raíces


Miriam era tan solo una bebé cuando salió de Potosí en brazos de su mamá y llegó a Tarija, escapando de una traición amorosa que su madre no podía perdonar. “Uyuni, provincia Quijarro, departamento de Potosí” repite dos veces como si tuviera miedo a olvidar sus orígenes.


Revela que no tuvo mucho éxito en la escuela, no hasta que la profesora Dolly de lenguaje la castigó por no leer una novela. “Yo no sabía leer, sólo leía el comienzo y el final de la obra, y ella se dio cuenta que la engañaba” relata y dice que el castigo fue actuar en una obra de teatro.


Sobre eso rememora que en la escuela de Bellas Artes ya tenían todo listo para presentarse con la obra titulada “La Hoguera” de Antonio Díaz Villamil. Sin embargo, una de las actrices dejó el grupo a poco tiempo de la gran noche, y la profesora Dolly encontró el reemplazo perfecto en su pequeña alumna.


“Me costó mucho, yo tenía que castañear los dientes como si fuera una abuelita y no podía” recuerda entre risas Viruca, pues ahora el castañeo de dientes le pasa siempre que está nerviosa. Ella cree que fue desde esa presentación: “No podía, no podía, y cuando entré en escena me dio tanta vergüenza que no podía dejar de castañear mis dientes. Todos me dijeron que actuaba muy bien”, relata sonriente.


Miriam recuerda con mucha alegría cómo las personas la saludan amablemente cuando la ven en su puestito, en especial el “Chiquis”, Julián Cartagena, el director de teatro que conoció a Miriam cuando ella decidió ser artista e incursionar en las artes escénicas. Ambos formaron parte del grupo “Pueblo”, un elenco de varias personas que hacían teatro por amor.


Juntos viajaron por el departamento y el país representando a Tarija con el mejor humor arriba del escenario. “Me gustaba mucho actuar, Chiquis decía que era de sus mejores actrices que había tenido, claro que él recién estaba empezando a dirigir”, cuenta y revela que ambos son personas contemporáneas, que simpatizaron desde el primer momento.


Ahora ella lo ve y dice “Ése es mi esposo, ¿te acuerdas Chiquis cuando nos casamos?”, él sólo se ríe y asiente con la cabeza. Miriam nunca tuvo esposo, pero esta boda que recuerda fue parte de una obra teatral. 


“No me da miedo actuar, sólo que ahora no me aprendo mi parlamento cuando es largo” dice Viruca sobre los libretos de una obra de teatro. Esta pasión fue parte de su vida por muchos años y no fue hasta el año 2022 que volvió al escenario dirigida por Chiquis para una última obra llamada: “La Orgía” de Enrique Buenaventura.


Su papel fue interpretar a una persona muda. Ella creyó que sería sencillo al no tener que aprender una sola línea, pero indica que la vergüenza la invadía en cada ensayo. Llegaba dos horas antes todos los fines de semana para leer las 35 páginas del guion completo de la obra.


“Ya estoy vieja, no me puedo aprender mis gestos. Castañeo y eso me hace sentir peor”, dice preocupada. No obstante, aquella noche de octubre del 2022 se presentó en el Teatro de la Casa de la Cultura.


Recuerda que el primer papel que interpretó como actriz fue de una mujer pobre, que va a la plaza a buscar una mejor vida, mejores oportunidades. Su último personaje fue de una pordiosera.


Su sobrevivencia diaria

Viruca vende de lunes a jueves en la esquina del Gattopardo, sin embargo, los viernes y sábados se va a las afueras de una discoteca donde logra mejorar sus ganancias.

“A veces me canso de estar allí sentada toda la noche, así que me entro a karaokear, me dejan entrar gratis a mí”, revela orgullosa con una pícara sonrisa.


Indica que trabaja diario para sobrevivir. Dice que tienen mucho en común con su amigo Chiquis porque ambos batallan a diario.


Ella sentada esperando vender lo suficiente para pagar su alquiler y él preparando actores para nuevas obras, en ocasiones sin percibir ganancias.


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