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La vieja Tarija de los tambos y las mulas

Los Tambos existieron desde siempre cuando no habían carreteras ni vehículos motorizados, en ese entonces todo se transportaba en animales de carga. Tras la aparición de los motorizados, éstos se perdieron

Fuente: Danitza Montaño T/Tarija Conecta

24/11/2024

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Un pasaje que siempre cuentan nuestros abuelos es que en la Tarija de antaño muchas cosas se trasportaban en mulas, caballos y burros. De tal manera que no era nada extraño ver en las calles, tanto chapacas como chapacos trasportando sus mercaderías por la ciudad. Cuentan que venían de esa manera desde el campo, desde lejanos lugares, y recorrían todo el centro ofreciendo sus productos.


Más aún, otros llevaban su producción agrícola o lo que vendiesen a la Recova, lugar donde todos llegaban con sus mulas a descargar sus ofertas y acomodarse. Pero otro pasaje lleno de colorido y digno de admiración es aquel que relata que la gente del campo iba casa por casa ofreciendo leche de burra con el mismo animal, por lo que se lo ordeñaba a domicilio. Situación similar ocurría con las mujeres lecheras que ofrecían leche fresca al pie de la vaca.


Más aún, no solo hacían esto los pobladores de Tarija sino también otros comerciantes que venían de departamentos vecinos, por lo que había quienes no podían regresar a sus hogares antes de llegada la noche, y debían refugiarse en lugares específicos que ofrecían este servicio.


Un recuerdo que recoge el escritor Agustín Morales Durán en su libro “Estampas de Tarija” está centrado en los Tambos, que existieron desde siempre cuando no habían carreteras ni vehículos motorizados, en ese entonces todo se transportaba en animales de carga.


Cuenta que en la ciudad de Tarija había dos Tambos, que se traducían en enormes caserones con patios amplios, grandes salas, corredores y extensos corrales para los animales de carga de los comerciantes. El primero de ellos era el “Tambo Maldonado”, posiblemente por el apellido de su propietario.


De acuerdo a Morales, éste estaba situado en la calle Camacho, entre Frías y Colón, a cuadra y media de la Recova. “Allí llegaban toda clase de forasteros, principalmente del norte”, expresa Morales y destaca que entre ellos estaban los llamados “cocanis”, que vendían coca. Según el escritor muchos de ellos se quedaron a vivir en las tiendas que daban sobre la calle.


También llegaban ahí los circos y gitanos que aparecían con sus peroles de cobre sacando la suerte y eran muchos los tarijeños que hacían fila para ello. Cuentan que hacían hechicerías y demás “prendidas” con la gente ingenua.


De acuerdo a Morales, ese tambo con el pasar de los años se fue reduciendo, sobre todo porque sus dueños lo iban vendiendo de a poco. En la casa principal quedó un hombre de apellido Choque, un señor trabajador que llegó a comprar el tambo. “Hizo fortuna y dejó bien puesta a su familia”, apunta el escritor.


Relata que el otro tambo quedaba en la calle Potosí y fue llamado “Oriental”, seguramente porque allí llegaba la gente y comerciantes del Chaco y Santa Cruz, éstos traían azúcar en unas petacas de cuero. “Una azúcar en terrones que había que deshacer, también traían suela y unos riquísimos confites”, escribe Morales.


Los confites los vendían a cinco por medio y los llamaban alfeñiques. Los chaqueños comerciantes traían ají seco, queso fronterizo y otros productos. Cuentan que también ese tambo fue una casona grande con iguales dependencias que el anterior, sobre todo con amplio corral para la caballada y demás cuadrúpedos.

 

La llegada de los motorizados

Según el escritor todavía para la Guerra del Chaco, el tambo “Oriental” se conservó como tambo para luego desaparecer con igual suerte que el tambo “Maldonado”. Se piensa que con la afluencia de motorizados aquellos viejos tambos tuvieron que transformarse, pues ya no había comerciantes con recuas, quedando solo el recuerdo de otros tiempos.


Respecto al uso de mulas en la Tarija de antaño, el escritor Agustín Morales cuenta que- muy cerca de la Pascua Florida- los chapacos traían las rosas pascuas en burros, a caballo o incluso al hombro. Todo esto se constituía una ofrenda para armar los arcos floridos y decorar las iglesias para la celebración religiosa.


Más aún, hace énfasis que todo esto se fue perdiendo y ya luego de la Guerra del Chaco fueron pocos los comerciantes que transportaban sus productos en animales de carga, sobre todo también porque la Guerra trajo consigo muchos forasteros y una serie de cambios en todo sentido.


De acuerdo a Morales este acontecimiento histórico cambió muchas de las costumbres tarijeñas y fusionó algunas tradiciones con costumbres de otros departamentos. Ya para todo se comenzaron a usar los motorizados.



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